sábado, enero 27, 2007

El principito


— Hola, ¡Dibújame un cordero!
— ¿Un cordero?
— Por favor… ¡Dibújame un cordero!
— Pero, criatura, yo no sé dibujar. Además no tengo papel ni lápiz, cómo voy a dibujarte un cordero en medio de la calle. Regresa a tu casa. Dile a tu madre que te dibuje el cordero para tu clase.
— No importa, dibújame un cordero. Mi cordero es mío, no es para ninguna clase. No voy a la escuela. ¿Acaso, no me has visto limpiando las lunas de los carros en la avenida?. Tú tampoco me has visto, ¿no?... Y mi mamá no me dibuja nada, sólo me pega, la pobre. ¿No te fijaste en las marcas en mi rostro?. Pero no es su culpa. La abandonaron con la barriga así de grande, parecía la pelota de Kiko. Jijijijiji. Aquí está papel y lápiz. Siéntate y dibújame un lindo cordero sobre esta sucia vereda.

El fauno derramó una lágrima, la primera en mucho tiempo, le sabía a sal como la frente sudada de la niña, a quien besó y acarició con cierta ternura, niña que había aparecido de Dios sabe dónde, es decir, desde el corazón mismo del tráfico de una transitada avenida. Ella era uno de esos niños de los semáforos.


— Ven siéntate conmigo que te voy a dibujar el cordero más bonito de todos.
— Ah, eso sí, no quiero trampas, no quiero una cajita donde tú me digas que está durmiendo mi corderito.
— Sabida eres, niña.
— Sí y ahora eres responsable de tu flor.

2 comentarios:

  1. Hola, soy Adrian desde Ecuador. Amo El Principito, me ha gustado tu publicacion.
    Soy psicologo de niños, tambien hago las veces de payasito y titiritero.
    Creo profundamente que aquel psicologo que no crea en la locura esta perdido.
    Un abrazo

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  2. que tal adrian, gracias por el comentario, cuanto me gustan los titeres, sabes que le tenia miedo a los payasos de ninho, estoy absolutamente de acuerdo contigo, la locura creadora es el mejor balsamo para el alma,
    un abrazo

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