sábado, abril 12, 2008

Aniversario de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán y el inicio de la violencia en Colombia



A continuación reproduzco un artículo del diario español El Mundo: Las heridas siguen abiertas en Colombia 60 años después del magnicidio de Gaitán...

Fue la esperanza del pueblo, la oportunidad soñada de quebrar el poder omnímodo de las oligarquías. Aún hoy día, 60 años después del magnicidio, la antorcha que prendió Jorge Eliécer Gaitán sigue esperando el relevo, un sucesor que reemprenda su lucha.

Ningún dirigente político posterior logró identificarse con las masas populares ni representar sus aspiraciones como lo hizo el llorado líder liberal, asesinado el 9 de abril de 1948.

Tampoco emprendieron las reformas profundas que él propugnaba y que siguen siendo necesarias para sacar a millones de colombianos de la miseria y dejar atrás la violencia que aún padece Colombia.

Por eso su figura sigue tan viva en su patria y en cada aniversario de su asesinato y del llamado Bogotazo –la ola de barbarie que le sucedió-, los colombianos analizan su legado y hacen cábalas sobre lo que hubiera sido el signo de la Historia de la verde nación latinoamericana de haber vivido Gaitán y conquistado la presidencia.

Había nacido medio siglo antes de ser acribillado a balazos, en el seno de una familia de clase baja. Estudió becado en uno de los mejores colegios bogotanos y más tarde hizo Derecho y un doctorado en Italia. Hombre brillante, inteligente, carismático, consiguió escalar todos los peldaños profesionales y políticos hasta rozar la cima, a pesar de su estrato social en una época donde primaban los apellidos y los clanes. Abogado de prestigio, diputado regional, alcalde de Bogotá, senador, magistrado, ministro.

Su fulgurante trayectoria preocupaba a los políticos tradicionales y a las elites que veían en él una amenaza a sus privilegios por la inmensa popularidad que atesoraba entre las masas analfabetas y pobres que le seguían con fervor. Para menospreciarle le apodaron 'El negro' y desde sus periódicos le fustigaban por su oratoria incendiaria y populista.

Figura destacada del Partido Liberal, creó sin embargo una disidencia cuando escogieron a otro candidato a las presidenciales del 46. Y si bien la división que provocó le dio el triunfo a los conservadores, en las legislativas del año siguiente obtuvo el triunfo. Nadie dudaba que sería el siguiente inquilino de Casa Nariño –sede presidencial- hasta que las balas de un tal Juan Roa Sierra segaron su vida. Al igual que ocurrió con el crimen de John F. Kennedy, ningún historiador ha podido probar hasta la fecha que fuera una conspiración, aunque varios dan por hecho que más de una mano en la sombra actuó para cortarle el camino.

"Si me matan, el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal·, había advertido en uno de sus vibrantes discursos. No le faltaba razón. A los pocos minutos del crimen, una horda enfurecida, desbocada, reducía a cenizas el centro de la capital colombiana, al punto de que la fisonomía de la ciudad cambió para siempre.

Los tres días de barbarie dejaron un reguero de medio millar de cadáveres y más del doble de heridos. El Presidente Mariano Ospina apenas podía contener el estallido de un pueblo que perdía a su único líder. Nunca más creyeron que el esperado cambio llegaría desde arriba.

El magnicidio fue el detonante de una de las etapas de la historia de Colombia más trágicas, bautizada como 'La Violencia', que se venía gestando desde antes del magnicidio. Durante años liberales y conservadores se enzarzaron en una orgía de sangre y barbarie aterradoras que dejó una estela de cientos de miles de muertos y unas heridas que aún no cierran.

La guerra fraticida y el arreglo posterior entre los dos grandes partidos -tras la breve dictadura del general Rojas Pinilla- a fin de repartirse el poder de forma ordenada, cerrándole el paso a otras formas de expresión políticas, fue el germen de las guerrillas que aún hoy siguen vivas.

Si 'El Tribuno del pueblo' no hubiera caído aquél aciago viernes lluvioso, tal vez Colombia hubiera tenido otro destino.

Por SALUD HERNÁNDEZ-MORA desde BOGOTÁ

BOGOTAZO



El ejército y los partidos políticos, enemigos del pueblo en Latinoamérica

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