martes, diciembre 16, 2008

Jorge Luis Borges y El Fulbo Peruano. Saquen ustedes mismos sus conclusiones.


Éste es el cuento escrito por la dupla BorBioy: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. En mi opinión un cuento fantástico sobre fútbol, sino el mejor. Resalto la parte que me interesa:


Esse est percipi*

Viejo turista de la zona de Nuñez y aledaños, no dejé de notar que venía faltando en su lugar de siempre el monumental estadio de River. Consternado, consulté al respecto al amigo y doctor Gervasio Montenegro, miembro de número de la Academia Argentina de Letras. En él hallé el motor que me puso sobre la pista. Su pluma compilaba por aquel entonces una a modo de Historia panorámica del periodismo nacional, obra llena de méritos, en la que se afanaba su secretaria. Las documentaciones de práctica lo habían llevado casualmente a husmear el busilis. Poco antes de adormecerse del todo, me remitió a un amigo común, Tulio Savastano, presidente del club Abasto Juniors, de cuya sede, sita en el Edificio Amianto, de avenida Corrientes y Pasteur, me di traslado. Este directivo, pese al régimen doble dieta a que lo tiene sometido su médico y vecino doctor Narbondo, mostrábase aún movedizo y ágil. Un tanto enfarolado por el último triunfo de su equipo sobre el combinado canario, se despachó a sus anchas y me confió, mate va, mate viene, pormenores de bulto que aludían a la cuestión sobre el tapete. Aunque yo me repitiese que Savastano había sido otrora el compinche de mis mocedades de Agüero esquina Humahuaca, la majestad del cargo me imponía y, cosa de romper la tirantez, congratulélo sobre la tramitación del último goal que, a despecho de la intervención de Zarlenga y Parodi, conviertiera el centro-half Renovales, tras aquel pase histórico de Musante. Sensible a mi adhesión al once de Abasto, el prohombre dio una chupada postrimera a la bombilla exhausta, diciendo filosóficamente, como aquel que sueña en voz alta:

-Y pensar que fui yo el que les inventé esos nombres.

-¿Alias? -pregunté, gemebundo-. ¿Musante no se llama Musante? ¿Renovales no es Renovales? ¿Limardo no es el genuino patronímico del ídolo que aclama la afición?

La respuesta me aflojó todos los miembros.

-¿Cómo? ¿Usted cree todavía en la afición y en los ídolos? ¿Dónde ha vivido, don Domecq?

En eso entró un ordenanza que parecía un bombero y musitó que Ferrabás quería hablarle al señor.

-¿Ferrabás, el locutor de la voz pastosa? -exclamé- ¿El animador de la sobremesa cordial de las 13 y 15 y del jabón Profumo? ¿Estos, mis ojos, le verán tal cual es? ¿De verás que se llama Ferrabás?

-Que espere -ordenó el señor Savastano.

-¿Que espere? ¿No será más prudente que yo me sacrifique y me retire? -aduje con sincera abnegación.

-Ni se le ocurra -contestó Savastano-. Arturo, dígale a Ferrabás que pase. Tanto da...

Ferrabás hizo con naturalidad su entrada. Yo iba a ofrecerle mi butaca, pero Arturo, el bombero, me disuadió con una de esas miraditas que son como una masa de aire polar. La voz presidencial dictaminó:

-Ferrabás, ya hablé con De Filipo y con Camargo. En la fecha próxima pierde Abasto, por dos a uno. Hay juego recio, pero no vaya a recaer, acuérdese bien, en el pase de Musante a Renovales, que la gente sabe de memoria. Yo quiero imaginación, imaginación. ¿Comprendido? Ya puede retirarse.

Junté fuerzas para aventurar la pregunta:

-¿Debo deducir que el score se digita?

Savastano, literalmente, me revolcó en el polvo.


-No hay score ni cuadros ni partidos. Los estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores, ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del 37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman.


-Señor, ¿quién inventó las cosas? -atiné a preguntar.

-Nadie lo sabe. Tanto valdría pesquisar a quién se le ocurrieron primero las inauguraciones de escuelas y las visitas fastuosas de testas coronadas. Son cosas que no existen fuera de los estudios de grabación y de las redacciones. Convénzase, Domecq, la publicidad masiva es la contramarca de los tiempos modernos.

-¿Y la conquista del espacio? -gemí.

-Es un programa foráneo, una coproducción yanqui-soviética. Un laudable adelanto, no lo neguemos, del espectáculo cientifista.

-Presidente, usted me mete miedo -mascullé, sin respetar la vía jerárquica-. ¿Entonces en el mundo no pasa nada?

-Muy poco -contestó con su flema inglesa-. Lo que yo no capto es su miedo. El género humano está en casa, repatingado, atento a la pantalla o al locutor, cuando no a la prensa amarilla. ¿Qué mas quiere, Domecq? Es la marcha gigante de los siglos, el ritmo del progreso que se impone.

-¿Y si se rompe la ilusión? -dije con un hilo de voz.

-Qué se va a romper -me tranquilizó. -Por si acaso, seré una tumba -le prometí-. Lo juro por mi adhesión personal, por mi lealtad al equipo, por usted, por Limardo, por Renovales.

-Diga lo que se le dé la gana, nadie le va a creer.

Sonó el teléfono. El presidente portó el tubo al oído y aprovechó la mano libre para indicarme la puerta de salida.



(*) Incluido en Crónicas de Bustos Domecq



LO QUE REALMENTE OCURRIO EN EL FUTBOL PERUANO:

Campeonatos Regionales del Perú

Fue una sucesión de torneos, disputados en territorio peruano desde 1984 hasta 1991, en que fue reemplazado por el Campeonato Descentralizado de 16 equipos. Bajo este sistema, muchos equipos amateurs, fueron elevados a la categoría de profesionales, haciendo de un gran número de equipos la primera división del Perú. Este sistema entró en descrédito cuando se comprobó que en el Torneo de la Región Centro muchos resultados eran imaginados en vez de ser jugados.

Recordemos que en ese periodo (1984-1991) la violencia política en el Perú estaba en su pico más alto. Es preciso mencionar que justo fue en la región Centro, foco mayor de nuestra historia de violencia interna, donde los partidos no se jugaron,. En esa época los resultados se mandaban por fax a Lima. Entonces los equipos, por miedo a un atentado, decidieron arreglar los resultados. La pregunta queda suelta. ¿Acaso los clubes les pagaron a los locutores de radio [como sucede en el cuento de Borges/Bioy Casares] para que relataran los partidos que nunca ocurrieron?. ¿Acaso les pagaron a los periodistas deportivos de sus diarios locales para que escribieran crónicas imaginarias de partidos que nunca se jugaron. ¿Posaron los jugadores para los fotógrafos simulando jugadas que nunca ocurrieron en partidos oficiales?.

La respuesta es más simple que la historia de Borges/Bioy: No había fotógrafos, ni periodistas ni locutores de radio porque o bien fueron asesinados por el Estado o por la subversión. Para el Perú se aplica el dicho de Oscar Wilde: "La realidad supera a la ficcion".


Pregunta: ¿La Copa Mundial existe o es otro invento de la televisión?. Porque aquí en Boston donde vivo, a veces les pregunto a los gringos sobre el Mundial FIFA de 1994, y ellos me responden con otra pregunta: ¿Qué mundial? ¿De qué estás hablando, peruano?. Esse est percipi .

Oficialmente el Estadio Foxboro es el estadio del equipo de fútbol americano de New England, The Patriots. Así que ese supuesto mundial FIFA no dejó ninguna huella por aquí... Uhhh

Boston, Nueva Inglaterra (Estadio Foxboro) fue sede del grupo D: Argentina, Nigeria, Grecia y Bulgaria. Estados Unidos 94 fue el mundial del doping de Maradona, del tetracampeonato de Brasil, pero también de este gol y su singular celebración, qué miedo, Joseph Blatter, este gol te lo dedicaron con mucho amor...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario