lunes, noviembre 22, 2010
El héroe de nuestro tiempo:
Perhaps I will die tomorrow, and there won't be anyone left on earth who understands me fully. Some think of me worse, others better, than I really am. Some will say: he was a good fellow; others: he was a scoundrel. And both will be wrong. Is it worth the trouble to live after this? And yet you go on living--out of curiosity, in expectation of something new . . . How ludicrous and how vexatious!
Cuánta falta nos hace ser un héroe en nuestro tiempo. Recuerdo claramente, la primera ver que leí la novela de Mikhail Lermontov. Eran mis primeros años de universidad y un compañero me la había recomendado. Hurgando en alguna librería de segunda, encontré una edición barata de una editorial rusa, traducida al español, con imágenes de las acuarelas del poeta, el autorretrato del mismo en uniforme militar, paisajes del Cáucaso, creo que ni pagué 3 soles por el libro. Nunca antes me emocioné tanto al finalizar un libro, las dudas de Pechorin eran las mías, las de un adolescente que se buscaba a sí mismo, sin confiar en los demás, solo en su corazón. La única diferencia era que Pechorin ya ni siquiera confiaba en su corazón, era un muerte viviente, que esperaba que le dieran el tiro de gracia, era el representante de una generación derrotada por el autoritarismo de los zares, una generación que quiso transformar el panorama de la Rusia zarista post-napoleónica, pero que fue aniquilada en el intento. Por eso, el héroe de ese tiempo, no era un ser lleno de virtudes, sino de dudas y desazón, derrotado por un monstruo más grande que sus propias fuerzas, al que ni siquiera el amor podía redimir. Pero la frase que me marcó, que hirió con un cuchillo en llamas el centro de mi pecho fueron aquellas famosas palabras del oficial ruso antes del duelo con un colega de profesión, esa que empieza creo así: "Quizás he de morir mañana, y no habrá nadie en la tierra que me entienda por completo..."
Y es que realmente nos morimos solos. Y este último pensamiento me conecta completamente con una escena de mi película favorita, Donnie Darko:
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