sábado, julio 22, 2006

La Ciudad del Replicante



El sabor de su sexo había quedado atrás,
mi lengua ya no podría palpar su aroma,
pero mis recuerdos sí. El sabor de su sexo era el de la ciudad
a la que nunca volvería. ¿Volver?. Nunca volvemos. Estoy aquí nuevamente
pero eso no significa que haya vuelto. La ciudad ha renacido de la real ceniza
de los hombres que la habitan. Los hombres que no se fueron.
Yo he dejado de habitar la ciudad aunque camine por sus mismas calles
donde encontré, tiempo ya, el amor por su sexo. Hasta los gritos de la gente
ya no son iguales. La ciudad es ese sexo que amé y abandoné.
O más bien, diríamos,
que ya me había cansado de gozarla y su sabor era el de lo gris y lo cotidiano.
Así fue que los sueños de aventura fueron carcomiendo mi cabeza con desesperación. Esos sueños me embarcaron hacia nuevas tierras desde donde ahora escribo este poema. En realidad, lo escribo desde ella, desde aquí. Pero aquí ya no es más aquí.
Sino el recuerdo de su sexo hermoso.
Así es como empiezan las historias de amor, con el exilio del amor.
Pero eso también acabará.
Seré, al fin, como esos migrantes que han incendiado la ciudad que dejaron.
Solo así podré caminar con mis propios pasos que hasta ahora solo marcan
las agujas del pasado.
Seré el otro que sonreía y bailaba sobre el cadáver del sexo que una vez lamió.
O es que nada de esto es así y solo vago por el mundo como un triste fingidor
que se imagina y maravilla con recuerdos que nunca fueron suyos.

1 comentario:

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Lírica del desamor...

ese cuerpo soñado
ese lamido extremo y
la tristeza...
siempre la tristeza..
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Kike, gran salute desde nuestra invernal Lima.