martes, febrero 28, 2006

Una noche aquí con Bell & Sebastian




Ayer fue el día más frío del año, aquí en Boston, es la primera vez que el aquí, el lugar de mi enunciación, lo asocio directamente con esta ciudad de Massachussetts, siempre que digo aquí me desplazo hasta Lima, por eso con los otros extranjeros con los que me junto y converso nos entendemos muy poco, porque nos perdemos en medio de recuerdos y engaños que solo el lenguaje puede hacer posible, el aquí es ubicuo para nosotros y múltiple, aquí es Bogota, Guadalajara, Caracas, Santiago, Lima, Buenos Aires, pero nunca Boston. A pesar que me he movido miles de kilometros, eso creo, de mi natal ciudad, en mi cabeza todavía no me he podido despegar de ella más que unos cuántos centímetros, a veces bromeo con Carlos, mi amigo de hace algunos años y le comento que Boston es como una extensión de Lima, donde no se escucharon las bombas, pero de donde partieron los aviones, un sector desconocido de nuestra ciudad, una zona de Lima a la que sería mucho más fácil llegar viajando en combi que en avión, barco o a pie internándose peligrosamente, con mordidas de mono de por medio, por el desierto de Arizona.
Ayer se presentaron mis queridos y para nada flemáticos Bell & Sebastian en el Avalon de Lawndone Street, a pocos pasos del mítico Fenway Park, el estadio de béisbol de los Red Sox. Los Belle son de esos músicos que han llegado a un nivel de fama importante, pero que uno no sabe cómo, porque siempre los consideramos insulares y caletas, pero no lo son para nada, creo que esto tiene que ver con esta nueva generación de la cultura de la información. La primera vez que quise verlos fue el 2002, era como febrero y los tickets se agotaron y eso que el concierto estaba programado para mayo. Ahora con algunos meses de antelación, lo conseguí y en verdad que valió la pena ir al concierto.
Los Bell son famosos es la verdad y ellos lo saben, no a la medida de U2 obviamente, pero lo que más me gusta de ellos es que todavía se pueden divertir en el escenario y pasarla bien. Lo que molesta un poco es el hecho de que el público aquí sea muy apático, of course, yo bailé mucho, demasiado quizás, si sólo quería escucharlos no hubiera pagado un ticket, pondría un cd y los escuchaba tranquilo en casa, me es curioso que uno vaya a un concierto y más bailen los músicos que el público, eso ya te da qué pensar. El público de los Bell tampoco es un público de esos de queeeeeeeerrrrrrrrrrrrremos rock, es más bien una audiencia tranqui, tímida, geeks sobre todo, por eso dio mucha risa que algunos locos lo estuvieran jodiendo a Stuart Murdoch, el cantante principal, con algunos gritos ensordecedores de rockandroll, a lo cual, después de las risas respectivas, respondió el bueno de Stuart con I don’t think so. Abrieron con The Stars of Track and Field, hermosísima canción y de allí nos entristecieron y nos hicieron soñar con una selección de baladas y algunas canciones más movidas, en general, estuvieron super afinados y cómicos, hasta que para la última canción, luego del regreso al stage entre aplausos, pidieron que los chicos se agacharan hasta el piso, al final, al menos, cambió totalmente la visión y el recuerdo del concierto para las chicas, la mayoría de ellas es más bajita que el chico promedio, las pobres no podían ver lo que pasaba realmente en el escenario, así que las dulces muchachas, con las luces celestes que les caían como flores en sus cabellos se enamoraron aún más de los Stuarts, el otro líder del grupo es el bajista Stuart David, quienes las homenajearon con The Wrong Girl. Y se fueron de aquí entre aplausos y gritos.

sábado, febrero 11, 2006

The War Within




Para aquellos que pensaban que en Estados Unidos sólo se hacían películas malas, en espera de que los europeos o los asiáticos nos deleiten con su cine esplendoroso que hiberna en Berlín, veranea en Cannes y muere en Venecia, aquí les va esta recomendación, The War Within (La Guerra por dentro). Valiente y conmovedora película del director norteamericano Joseph Castelo, que nos da una aproximación diferente a la guerra contra el terrorismo dirigida por el gobierno de los Estados Unidos y que explora en las motivaciones que precipitan a un hombre común y corriente a refugiarse en el fundamentalismo islámico y en la jihad, transformándolo en una bomba humana. La película describe, entre otras cosas, la práctica común de los agentes del servicio secreto norteamericano que infiltrados en los países europeos, desaparecen y secuestran a gente en las calles de Roma, París, Londres, entre otras ciudades del viejo continente, para luego trasladarlos a países con magros records en materia de derechos humanos, como Siria, Egipto, Pakistán, donde las personas pueden ser torturadas y sometidas a las peores vejaciones, con mayor comodidad, para así obtener información útil sobre eventuales terroristas islámicos. Los gobiernos europeos fieles guardianes de los derechos humanos y de la libertad de expresión se rajan las vestiduras negando cualquier conocimiento de estos secuestros y de su colaboración con la CIA, pero quién les puede creer a estas alturas. Por otra parte, hasta último momento, Bush trató de imponer en el Congreso una excepción a la ley que prohibía la tortura por parte de agentes norteamericanos en cualquier país. Para el gobierno del presidente norteamericano la tortura es válida y legal si ésta permite salvar la vida de miles de personas. En la película, Hassan (Ayad Akhtar) es un ingeniero paquistaní que es trasladado subrepticiamente por agentes norteamericanos desde Francia a Pakistán y allí es torturado para obtener información sobre terroristas, que supuestamente conoce. Lo que sucede en la práctica es que Hassan, que era un pakistaní laico antes de ser torturado, se refugia en los brazos de la religión y el extremismo decidiendo llevar su jihad a Norteamerica, su venganza frente al maltrato sufrido. En New York lo espera su destino como un atacante suicida. Algo que ya muchos analistas norteamericanos continuamente han comentado en diferentes medios es que la Guerra de Irak en vez de haber otorgado una mayor seguridad a Norteamérica después de los ataques del 11 de setiembre de 2001, lo que ha creado, por el contrario, es un caldo de cultivo para cientos, sino miles de extremistas musulmanes, que antes de la invasion estadounidense no existían. Así, el lente hábil del director acompaña el peregrinaje de Hassan por New York, su reencuentro con sus amigos de infancia, una familia paquistaní que ha adoptado a Estados Unidos como su segunda patria, el amor que nace en él por Duri, hasta su muerte en la estación de Grand Central. Castelo nos muestra al terrorista suicida con una gran complejidad, como un personaje que duda y que se llega a cuestionar a sí mismo, es decir, un ser humano más, evitando caer de esta manera en esteriotipos o en mensajes adoctrinantes. Vale la pena verla.

Cien es lo que vales: Entre García Márquez y un corte de pelo



Viajando por el metro, fizgoneaba para no aburrirme, en lo que leía la persona que estaba sentada a mi costado, se trataba de una lista de cómo seducir a una mujer y que caiga rendida a tus pies, entre las 10 prioriodades que se mencionaban, dos me llamaron la atención, invertir cien dólares en un corte de pelo y leer en un espacio público one hundred years of solitude (cien años de soledad) de Gabriel García Márquez. Muchas cosas se pueden comentar al respecto, una de ellas es el indudable éxito que ha tenido la obra del premio nóbel colombiano en el mercado anglosajón, el realismo mágico en su máxima expresión, que indudablemente no ha creado una imagen literaria de nuestros países, sino de lo que ciertos occidentales piensan que es latinoamérica realmente, un espacio donde todas sus utopías y sueños, para quienes ya han dejado de soñar, se puede hacer realidad, el espacio virgen que te permite descubrirte a ti mismo, y liberarte de tu afición a las drogas con un traguito de ayahuasca, lo premoderno por excelencia. Pero no se trata de leer a García Márquez, sino de actuar como quien lee al escritor colombiano, si eres norteamericano y tienes entre tus manos y en tu cabeza algo que dice cien, en un caso serán años, y en otro dólares que pagué por mi corte de cabello, te conviertes mágicamente en un cosmopolita atractivo, eres lo que vales en dinero, un capital en dos patas codiciado para el sexo opuesto, como lo había comentado en posts anteriores, se trata de vender un producto, en este caso tú mismo te marketeas, te empaquetas y te colocas un letrerito en tu sonrisita 100% blanca rembrandt que dice ‘for sale’, no se trata de que seas tú, ese tú es un perdedor, las enseñanzas de Rimbaud aplicadas al libre mercado, j’est un autre, tienes que parecer metrosexual, metromágico, lo que sea hermano, pero menos tú. Como bien dice nuestro amigo Ray Loriga en Héroes,
sentirte como Jim Morrison no te convierte en Jim Morrison. Pero no sentirte como Jim Morrison te convierte en casi nada. Yo nunca saldría a la calle sin sentirme como Jim Morrison o Dennis Hopper por lo menos

jueves, febrero 09, 2006

The Lost honor of Katharina Blum



“The Lost honor of Katharina Blum” es una película alemana de la década de los setenta, dirigida por Volker Schlöndorff y Margarethe von Trotta, y que está basada en la novela del mismo título del premio nóbel alemán Heinrich Böll, retrata en gran medida un problema tan actual, que en los últimos días ha hecho arder aún más el medio oriente, me estoy refiriendo al poder que tiene la prensa y a su defensa irrestricta de la libertad de expresión. Como sabiamente lo ha afirmado Günther Grass en la edición de el País de ayer, no existe eso que Occidente defiende y santifica a ultranza, es decir, la libertad de expresion, lo que existe en realidad son intereses económicos o politicos que controlan los medios de comunicación y que supervisan lo que se publica o no. Además no debemos dejar de lado el principio comercial sobre el que se basa la existencia de los periódicos o revistas, si la noticia no es lo suficientemente interesante, entonces hay que hacerla atractiva y si es preciso mentir, se miente y se puede destruir el honor y la reputación de las personas por un simple deseo de crear escándalo, extorsionar y sobre todo vender. Es de esta manera que en la película y en la novela se cuestiona hasta dónde se puede permitir el abuso de la prensa contra el individuo, es decir hasta dónde se puede denigrar en nombre de la libertad de expresión. Así, la protagonista, Katharina, pasa de ser una ciudadana comun y corriente, a una sospechosa de encubrir a presuntos terroristas, es ridiculizada en las calles por la gente que lee las noticias sobre ella en el periódico, al mismo tiempo que es sometida a una constante presión por un medio sensacionalista que le inventa todos los días un capítulo más de su militancia en un grupo anarquista de ultraizquierda, debemos recordar que todo esto sucede en tiempos en que todo el que era de izquierda en la Alemania Federal “Democrática” era tildado de terrorista de la Baader-Meinhoff, podemos afirmar que no han cambiado mucho las cosas desde entonces, y todo esto solo por haber pasado una noche con un anarquista al que la policía vigila y trata de capturar. La prensa le ha destruido su vida. La respuesta de Katharina es la violencia, ella mata al periodista. Ella se convierte en una asesina, y en cambio, ha creado a un mártir, el periodista de la prensa amarilla es el símbolo de la lucha por la libertad de expresión.
Ahora mismo, se ha desatado todo un escándalo por unos comics sobre Mahoma o Mohamed que aparecieron inicialmente en un periódico sensacionalista danés y que luego circularon por media Europa en solidaridad con los colegas daneses y como respuesta a las protestas de la comunidad musulmana. ¿Incitar la burla y la discrimación hacia otras culturas es parte de la defensa de la libertad de expresión o es mero gesto hipócrita que permite abusar de los demás con carta blanca?. Como ya sabemos, no existe libertad de expresión, lo que existe es el poder que ejerce la prensa, un poder que puede preparar el terreno para las iniciativas bélicas y hasta golpes de estado, la guerra de Irak o el golpe contra Allende son algunos ejemplos, así que la excusa de los medios europeos es totalmente falsa, hay una intención clara por denigrar y dañar a mansalva.
Para finalizar, quería hacer una precisión acerca de los desvaríos tendenciosos y malintencionados de un seudo periodista, esto es acerca del prólogo que escribí junto con Carlos Villacorta para la antología de poesía peruana de los noventa Los relojes se han roto. Se menciona allí lo siguiente:
¿Sangrienta guerra civil? Esta chocante categoría, evidentemente hipostasiada y tendenciosa, colisiona frontalmente con lo afirmado por la CVR sobre el periodo de violencia política sufrido por los peruanos a partir de 1980.
Esto me lleva inevitablemente a ciertas preguntas: ¿Cuál es el interés de algunos intelectuales peruanos "en el exilio" de querer cambiar la lectura de lo pasado? ¿Aceptan o rechazan las conclusiones del Informe Final que la CVR estableció en el 2004? ¿Qué otros personajes de la poesía peruana, sobre todo de la década de los ochenta, están detrás de esta lamentable intentona política?

Pues bien, en el prólogo de la antología, yo denomino como guerra civil al período de violencia política vivido en el Perú a partir de los ochenta. Y efectivamente se trató de una guerra civil, se enfrentaron peruanos contra peruanos, nos matamos entre compatriotas. Ahora bien, en ningún momento se hace un comentario literario sobre la antología en cuestión, favorable o negativo, lo mínimo esperable de una persona que afirma ser periodista, sino que por el contrario pretexta de una frase para deshonestamente calumniar, con gran placer, por cierto, quedando demostrado que carece de la menor ética y credibilidad, condición fundamental de cualquier comunicador social. Ante tales ataques simplemente se debe replicar con trabajo y más trabajo.

martes, febrero 07, 2006

Tory, la hija del cartero



En unas horas tendré que largarme de este pueblo también,
pero tampoco me lamento ni me llena de furia,
porque he recobrado algunas libertades que había olvidado
gracias a las acciones de mi padre,
como la libertad de guardar silencio sobre mi pasado,
la libertad de no vender mi dolor ni mis recuerdos,
mi vida desde la muerte de mi padre ha girado alrededor de hoteles de paso,
y de la persecución de los reporteros,
son ellos y su morbo los que han hecho de mí, una nómada del siglo XXI,
mueren de ganas porque les conceda la exclusiva,
la hija del mutilador de mujeres,
el caníbal de North Dakota,
sabemos que es difícil de hablar de esto frente a millones de
televidentes, pero díganos, ¿qué se siente ser la hija de un asesino múltiple?,
¿qué se siente ser la hija de un caníbal?
¿alguna vez, su padre le confesó sus oscuros deseos?,
¿cómo la trataba de niña?, ¿golpeaba a su madre?
pregúntenle mejor a las hijas del presidente, ellas tienen más muertes
y mentiras encima sobre las que deben hablar, sólo para rabiar estas palabras
frente a las cámaras, les concedería la bendita entrevista, pero mis declaraciones
serían debidamente editadas como ya todos sabemos en nombre de la libertad de expresión,
live free or die, eso es lo que ahorita mismo estoy haciendo,
gracias a los chicos de New Hampshire por recordármelo,
alquiler un apartamento ya no tiene el menor sentido,
menos me importa hacer los impuestos,
acaban de cortarme la línea del teléfono celular,
las tarjetas de crédito, los recibos de luz, la calefacción, el cable, la conexión más
rápida de internet todo eso ha quedado atrás, y no tengo que ser menonita o Penssylvannia Dutch para imaginarme una vida que se descubre a sí misma,
en unas pocas semanas he paseado mis huesos por Camden, San Petersburg,
Burlington, Ann Arbor, Worcester, y no me ha ido nada mal, mesera o bartender
algunas noches, con el dinero brillando en mis manos por fin, nada de
cheques o direct deposits conmigo,
sexo furtivo en los baños de algún bar, caricias sobre el lomo de otro salvaje animal,
pancakes o waffles por las mañanas, el fresco aroma de un café recién hecho,
estoy engordando libremente sin apuros por salir a tiempo del hogar en busca del auto
en el parking, en busca de conexiones de trenes o autobuses
para llegar puntual al trabajo, porque ya no hay ningún hogar dónde regresar,
no quiero ser recordada como la hija del asesino ejecutado en Alabama,
siempre seré la hija del cartero, un WASP,
que también fue un niño fanático del béisbol y el Super Bowl,
como cualquiera de ustedes, un buen americano,
caminando todo el día por las calles de su hometown,
sin dejar de saludar a un solo vecino,
con su oscuro uniforme, y una sonrisa en sus
mágicos labios que jamás podrá ser opacada
por el grito de sus víctimas,
cuyas familias ya han ejecutado su venganza en
el cuerpo envenenado de Bob, el cartero,
en nombre de la justicia del Estado,
así que no esperen
más de mí, ustedes los verdaderos asesinos múltiples que ejecutan
sus crímenes a la luz de las cámaras o en las oficinas de sus periódicos o revistas
con sus máscaras, in cold blood, de sentencias hermosamente escritas o dichas,
en unas horas también tendré que largarme de este pueblo,
me levanto todos los días con la misma certeza,
tendré que largarme de este cuerpo que voy devorando a mi paso
con mis propias palabras y en silencio,

lunes, febrero 06, 2006

Jack Daniels



Lo que más me sorprende no es que haya fanáticos suicidas volándose en mil pedazos
por las calles de Bagdad ni que estemos perdiendo una guerra que estamos
ganando,
tampoco me sorprende que Bill de Kansas, 22 años, compañero de muchas borracheras, juegos de billar y póker, con quien por las tardes reíamos y llorábamos recordando a nuestras familias, ahora mismo esté de vuelta a casa,
congelado en una bolsa tan negra como la piedra que adoran esos fanáticos en el país del sur,
no es sorprendente que hace unas semanas tuvieramos que acribillar el minibus en el que viajaba una familia entera, simplemente por el pánico que nos causaron al aproximarse demasiado a nuestra patrulla,
menos me sorprende que haya tenido que viajar tan lejos para darme cuenta que ya no te quiero ni que la moderna ciencia de nuestros médicos me haya salvado la vida mas no pudiera hacerlo con el bueno de Bill ni con mis piernas ni mis brazos,
no es digno de menor asombro que en los alrededores del hospital de la base en Alemania todos hablen un perfecto inglés y que hasta los niños tomen más cervezas que Bill y yo juntos,
lo que más me sorprende es que una vez tu rostro y tu sonrisa me dibujaban como una antorcha Polaroid en la sala de nuestra casita alquilada de Albany, Jack y Lucy forever,
el novio perfecto, el ingenioso, el cómico, el patriota pasó a ser instantaneamente el charlatán, el tonto, el alcóholico,
el fin del amor es una bolsa tan negra como la piedra que adoran esos fanáticos en el país del sur,
cuando cada uno rehizo su vida con otros Jacks y otras Lucys,
eso es lo que realmente me sorprende…