viernes, noviembre 19, 2010
Michel Houellebecq interview (in English) for the BBC:
Cuando leí por primera vez Ampliación del campo de batalla experimenté un déjà vu. Una serie de sensaciones que juraba se habían repetido en algún instante anterior de mi vida: ahogo, satisfacción, éxtasis, asombro, deleite, asco, repulsión, etc. Algunos años después descubrí la razón de tal repetición y fue gracias a Houellebecq nuevamente. Su libro ensayístico sobre H.P. Lovecraft: H. P. Lovecraft: Against the World, Against Life me dio la respuesta. Es decir, cuando leí a Lovecraft me pasó lo mismo que con el autor de Plataforma: ahogo, satisfacción, éxtasis, asombro, deleite, asco, repulsión, etc. ¿Pero, por qué?
Lovecraft, for his part, knew he had nothing to do with this world. And at each turn he played a losing hand. In theory and in practice. He lost his childhood; he also lost his faith. The world sickened him and he saw no reason to believe that by looking at things better they might appear differently. He saw religions as so many sugar-coated illusions made obsolete by the progress of science. At times, when in an exceptionally good mood, he would speak of the enchanted circle of religious belief, but it was a circle from which he felt banished, anyway. (Michel Houellebecq, H.P.Lovecraft: Against the World)
Creo que tanto Lovecraft y Houllebecq hacen casi lo mismo cuando proponen un universo ficcional, claro que con algunas variaciones. A los narradores de Houellebecq les da asco el mundo occidental contemporáneo, les produce repulsión, lo encuentran en franco declive, sobre todo, por sus políticas post Mayo del 68. Occidente es culpable de su propia decadencia. Todo esto sin crear ningún tipo de monstruo fantástico. Para estos narradores, nosotros somos los monstruos, con nuestras máscaras humanas.
En cambio, Los narradores de Lovecraft necesitan crear un conjunto de seres fantásticos, primordiales, que vienen, curiosamente, de los Mares del Sur, del Pacífico mismo [¿seré yo acaso uno de tales monstruos?]; a través de cuya presencia se hace hincapié en la decadencia, caos y amenaza que pende sobre el mundo occidental. Esta amenaza está representada en un enemigo cultural que viene del sur y que tiene como objetivo la transformación de las poblaciones civilizadas de Nueva Inglaterra en seres híbridos, monstruosos, contaminados, incivilizados. Lo que se teme es un "retorno a la bestialidad", a la cual nosotros estamos acostumbrados...
Recuerdo haber pasado horas enteras leyendo los Mitos de Cthulhu [hasta ahora no sé como pronunciar ese nombre, probablemente en sueños se me revele ese secreto]. Devoraba estas historias, entre mis lecturas de Leyes, en un escenario congruentemente decadente: mi sala destruida de la casa de Zarumilla, con muy poca luz y con un Cristo en llamas que me observaba de lado con su corazón en la mano, como compartiendo su dolor con ese adolescente que pasaba las páginas y lo observaba de reojo. Es posible que al lado del sillón donde me acomodaba de la mejor forma para leer, sillón también cayéndose a pedazos, y colgando sobre mi cabeza se ubicara un cuadro que observaba de vez en cuando. En ese cuadro un velero surcaba unos mares y atravesaba una formación rocosa con forma de puerta, una posibilidad es que muy en mi interior moría por viajar en ese velero y salir de esa sala destruida, de ese infierno y atravesar otra dimensión, el mundo que se intuía al otro lado de la formación rocosa.
Sin embargo, lo que realmente imaginaba en ese pintura era a un muchacho pícaro y aventurero, con un sentido del humor sui generis, surcando los Mares del Sur y arribando al otro lado de esas rocas con forma de portal. Delante suyo, aparecía el temible Cthulhu envuelto en toda su inmortalidad, bajo el cielo de R'lyeh [otro nombre imposible de pronunciar], su residencia terrestre. Cthulhu le vociferaba, escupía, vomitaba en el rostro, al mejor estilo Linda Blair en el Exorcista, toda su sapiente posmodernidad y el muchacho aguantando, es bueno en eso, como aquella vez que se comió la golpiza de 12 palomillas en el estadio municipal de Ancón con apenas 11 años y sin derramar una lágrima. Y el desolado adolescente, mientras desalojaba de su rostro aquella gelatinosa masa verde que lo cubría completamente le cantaba su verdad: "He atravesado la mitad de un continente, una sala en la Av. Zarumilla que se sigue cayendo a pedazos, un sillón en la misma condición, un Cristo en llamas que me miraba con ternura, una biblioteca donde encaletaba los ejemplares de Playboy y la propina de la abuela, y todo eso únicamente para preguntarte esto, mi muy querida criatura proveniente de los insondables abismos oceánicos: ¿Por qué eres un desamorado, Cthulhu?". Pasaron unos minutos que duraron una eternidad, y rascándose la cabeza, Cthulhu, por fin, contestó: "Ven, dame un abrazo, causita". Y luego se irían de Waska toda la noche, recordando los viejos, primordiales tiempos...
He querido compartir estas líneas con ustedes en este día que me vio nacer, un 19 de noviembre de 1975. Ese mañana, que no puedo recordar por más que trato, la cesarearon a mi vieja, así que conocí la violencia y la daga desde muy temprano. También experimenté la temible fórmula, que da más miedo que Cthulhu, la misma que me ha proveído alimento durante casi toda mi vida, así como me proveyó asma. La acabo de dejar hace dos semanas, apenas.
Ese otro monstruo, sobre los mares del sur, pero debajo del Septentrión...
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