sábado, febrero 11, 2006

Cien es lo que vales: Entre García Márquez y un corte de pelo



Viajando por el metro, fizgoneaba para no aburrirme, en lo que leía la persona que estaba sentada a mi costado, se trataba de una lista de cómo seducir a una mujer y que caiga rendida a tus pies, entre las 10 prioriodades que se mencionaban, dos me llamaron la atención, invertir cien dólares en un corte de pelo y leer en un espacio público one hundred years of solitude (cien años de soledad) de Gabriel García Márquez. Muchas cosas se pueden comentar al respecto, una de ellas es el indudable éxito que ha tenido la obra del premio nóbel colombiano en el mercado anglosajón, el realismo mágico en su máxima expresión, que indudablemente no ha creado una imagen literaria de nuestros países, sino de lo que ciertos occidentales piensan que es latinoamérica realmente, un espacio donde todas sus utopías y sueños, para quienes ya han dejado de soñar, se puede hacer realidad, el espacio virgen que te permite descubrirte a ti mismo, y liberarte de tu afición a las drogas con un traguito de ayahuasca, lo premoderno por excelencia. Pero no se trata de leer a García Márquez, sino de actuar como quien lee al escritor colombiano, si eres norteamericano y tienes entre tus manos y en tu cabeza algo que dice cien, en un caso serán años, y en otro dólares que pagué por mi corte de cabello, te conviertes mágicamente en un cosmopolita atractivo, eres lo que vales en dinero, un capital en dos patas codiciado para el sexo opuesto, como lo había comentado en posts anteriores, se trata de vender un producto, en este caso tú mismo te marketeas, te empaquetas y te colocas un letrerito en tu sonrisita 100% blanca rembrandt que dice ‘for sale’, no se trata de que seas tú, ese tú es un perdedor, las enseñanzas de Rimbaud aplicadas al libre mercado, j’est un autre, tienes que parecer metrosexual, metromágico, lo que sea hermano, pero menos tú. Como bien dice nuestro amigo Ray Loriga en Héroes,
sentirte como Jim Morrison no te convierte en Jim Morrison. Pero no sentirte como Jim Morrison te convierte en casi nada. Yo nunca saldría a la calle sin sentirme como Jim Morrison o Dennis Hopper por lo menos

3 comentarios:

Vico dijo...

wow que buen post! yo no soy academica, ni escritora, ni poeta. Pero leo a vir, y vir me lee a mi. Y a traves de ella llegue hasta aqui y me encanto este post!

pintas muy bien la historia en usa...aqui para conquistar una mujer tenes que dejar de ser vos y venderte a un precio bien alto de cien para arriva!

por eso se que jamas tendre una pareja en este pais, a menos que la importe y seguro me le cambian la cabeza en pocos meses!

Saludos desde WeHo, CA. Te seguire leyendo.

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Aaaah y llegué a este post, contundente como un mazo o una escena de rock en su punto álgido.

Un gran salute.

Enrique Bernales dijo...

saludos charruita, sabes estuve por montevideo hace un año y me encanto la ciudad, es un lugar perfecto para escribir, esos edificios antiguos hermosos y algo descuidados, casa fantasmas por doquier, que ciudad, la riada, montevideo es la ciudad perfecta para un escritor o soñador en busca de inspiracion,
contundente como un mazo tu mismo lo has dicho vir&, te crea gran frustracion eso que michel de certeau bautizo como la sociedad del espectaculo, un mundo donde tu identidad ha desaparecido y solo te conviertes en vil mercancia, ojala que a nuestros paises no les pase lo
mismo,
saludos
kike