
Uno de mis músicos favoritos llega a Denver. Federico Aubele is performing at Bluebird Theater in Denver, CO. Tuesday, October 6, 2009 8:00PM.
Federico Aubele: El Amor De Este Pueblo
Federico Aubele - Postales
21 POEMAS. CERRIDWEN DE ENRIQUE BERNALES. INTERMEZZO TROPICAL EDITORES, LIMA 2003. POR CHRYSTIAN ZEGARRA*
En 21 poemas, Cerridwen, asistimos a un escenario donde la voz poética busca ser un vehículo que comunique una relación más profunda entre las diversas instancias que conforman al ser humano: lo racional, lo inconsciente, lo diabólico, lo divino. Al interior del universo poético de Bernales se escenifica una naturaleza desplazada que produce una necesidad de comunión a partir de las fuerzas transfiguradoras de la palabras. Así como en el mito celta de la diosa blanca, acá está presente la idea de la transgresión de un límite impuesto. El poeta, ser terrestre, roba imágenes almacenadas en terrenos vedados para la indagación racional, profundiza en la maleza del cerebro para renacer entre las “sombras lánguidas del inconsciente recobrado”. La voz poética invoca una ceremonia de (des)conocimiento a la que cada uno de los participantes/lectores debe adherirse despojado de miedo y con las venas colmadas de sangre a punto de volverse torrente. Nada es dejado al azar en 21 poemas, cada imagen tiene una correlación con su reverso, propiciando la traslación del sentido a otro plano antitético. Porque los verdaderos poetas son aquellos que con su discurso construyen una realidad profundísima que resulta de la confrontación de nuestra cotidianeidad con esa otra orilla que acaso jamás hemos de cruzar. Y lo que queda es la intuición de esa zona otra de ese espacio traspasado de luz que nos trasciende: “miro hacia el cielo:/mi alma es la ciudad del sueño, un antiguo lenguaje/de los hombres.”
Al interior de este universo desfigurado, las relaciones amorosas fluyen, se desintegran y resucitan. Cada rostro es múltiple ya que encierra el revés de lo que vemos, la cara oculta de otro ser que mira desde la lejanía del tiempo y la memoria, que aguarda agazapado el momento de emerger a la superficie visible. Así cada relación es una y muchas a la vez, cada ser es uno y otro al mismo tiempo desfigurándonos, sometiéndonos a un vértigo de imágenes. Esto se va a manifestar de manera categórica en el sexo –la metáfora por excelencia de la batalla y la posesión-: “encarroñada renaces como cenizas de otra amante/ de otro refugio en llamas.” El mayor merito de la poesía de Bernales es el hecho de asumir la idea de que el poema no es un objeto terminado, sino que, por el contrario, es una entidad que se reformula en cada lectura y en cada nuevo acto creativo. En palabras de Westphalen, su poesía se convierte en una “poesía por rehacer a cada instante.” Lo disperso, lo que yace más allá de los límites de la conciencia, es lo que la voz de Enrique intenta asir a partir de su gesto, tan revelador y contradictorio como la vida misma.
*Esta reseña apareció en Odumodneurtse, Periódico de Poesía (año 2, número 3, Lima, 2004).
MEMORIA: el S¤L a rayas. Hace 20 años se publicó la primera edición del libro El sol a rayas, con un formato de sobre. Se trata de un volumen pionero en lo que años después sería una ola en el Perú: las ediciones del “libro-objeto”. Se hizo combinando las técnicas de la imprenta offset (para los textos) con la serigrafía del taller colectivo NN (para los grabados interiores y tapas), donde también metí mano aprendiendo con la confección de los 500 ejemplares que conformaron la edición, a tres o cuatro tiempos, de entonces. El grabado con tachos incendiados y humo que aparece a todo lo largo de la carátula & contracarátula (con dos perforaciones, respectivamente circular y oval, sobre la reproducción de aquel dibujo intervenido cromáticamente por Álex Ángeles, del NN) correspondió a Juan Javier Salazar, ex miembro del colectivo-taller Huayco EPS que fue un hito en la escena plástica local desde fines de los 70. Róger Santiváñez, fundador del poéticorokeroanarko Movimiento Kloaka, en los años 80, ayudó en la edición del conjunto de poemas que conformaron finalmente este libro. La aparición de El sol... cerrando aquella década de pólvora y apagones fue bien recibida, sobre todo por la gente más joven, la crítica más sensible a las manifestaciones más frescas del arte y la literatura nativas y, en general, por un público que solía mirar con asombro, tocar con curiosidad y sonrisa la presentación y páginas de este volumen, y comprarlo sin atenuantes. Con este libro, dicho sea (no tan) de paso, conocí un gran amor en las húmedas esquinas barranquinas por azar y voluntad poéticas. Se presentó, primero, en Arequipa, y luego en una antigua casona limeña donde hubo recital y diálogo con el público asistente.
El autor con Kike Wong (NN-de-tu-nicho) / Presentación de El sol a rayas en Lima)
Como cierre del acto, hubo una tocada con guitarra de Piero Bustos, líder de la banda de rokpostfolk Del Pueblo. La crítica más rigurosa y orgánica de este volumen la hizo José Antonio Mazzotti en el número 35 de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (1992). Entre mi padre y amigo, Eduardo Ángeles Figueroa, y yo financiamos la mayor parte de la edición. El resto lo pusieron, sobre todo con trabajo, algunos amigos del taller NN o del entorno. Dejo aquí sentadas la filiación y génesis de mi primer libro, y su particular modo de producción: híbrido y colectivo, como son tantas cosas en este perdido rincón del mundo. Sus rápidas 46 páginas, en papel marrón de embalaje e impregnadas de espíritu lúdico e irreverente con la tradición poética que prevalecía en los años 70 y 80 –sobre todo el coloquialismo, en la onda del anglostyle imperante–, se agrupan en cuatro conjuntos de poemas. Ahora que el fauno de esta fiesta (amigo Inmanente y compañero de viajes, así como en la revista Intermezzo tropical) mora y labora al Este de Denver, es propicia la ocasión para celebrar esta historia precisamente con un poema de la tercera parte, vía un personaje que recrea libremente el Far West que tantas horas me robó en la TV de los años 60 y 70. El mismo aparece en cuatro poemas del libro, uno de los cuales está dedicado a Róger Santiváñez, quien desde un inicio celebró su nacimiento y fue el principal animador para que dos de ellos aparecieran tempranamente en la selección de poesía peruana de los 80 La última cena (ASALTOALCIELO editores. Lima, 1987). La más reciente aparición de este personaje se da en mi tercer libro, Sagrado corazón, de publicación inminente en colaboración con una novísima editorial local.
Felicidades por todo esto, y un abrazo con estrellas y arena dorada a todos & todas que compartieron conmigo el humor, aventura y posición en esta primera avanzada como autor en el incendiado cuadrilátero de la poesía (para empezar) peruana. Salud por eso, por nosotros. (C.A.L. En algún lugar de la selva de Lima la P, setiembre 2009).
(canción)
MARTES TRECE
He abierto los ojos
aunque cuesta trabajo.
Separo los párpados con las manos
los estiro al máximo
incluso con los pies ahora.
MIÉRCOLES CATORCE
Abro la boca
tomo una bocanada de aire: suspiro.
Muevo levemente mi nariz
Paso saliva.
Ahora veo mi rostro dibujado en un papel
pegado en diversos locales:
me buscan / ofrecen dólares.
JUEVES QUINCE
Hace rato mi caballo tiene sed
y yo igual
“Falta poco amigo. Denver está cerca”
El sol nos incendia sin piedad
la cantimplora misma quiere agua (tiene solo polvo)
“Falta poco amigo”
VIERNES DIECISÉIS
Llegando a Denver nos tomamos toda el agua
Atrás el desierto largo.
Sentado a la sombra rompo despacio una hoja seca
y veo caminar a la gente
Mi caballo ojea una yegua estacionada a su lado.
SE BUSCA leo en una bodega lejana
y tengo un poco de miedo pero no decido no huir
esta vez
–¡Linton! –grita alguien
Es el comisario: me apunta con un máuser
–¡Linton! ¡No intentes nada o te mato!
Y continúo sentado mientras se acerca
La gente que estaba en la calle
ahora mira
desde las v e n t a n a s
Me arrojo al suelo y mientras oigo su disparo
le acierto un tiro en el pecho
Lo he matado (“otro” –me digo).
Vuelve el silencio / tan solo el viento
“Vamos, tonto” –le ordeno a mi caballo
(que, asustado, había dejado de mirar la yegua)
Trepo de un salto
y sé que la gente continúa
espiando tras las v e n t a n a s
Tan solo protegido por un chaleco
y un sombrero desempolvado
abandono Denver despacio
poco a poco haré trotar mi caballo
Ahora el desierto las montañas los desfiladeros
e innumerables estrellas
(César Ángeles L. Del libro El sol a rayas.
Lima, 1989: the-posición EDITORES / NN)
Los animales de la granja Manor, alentados un día por el viejo cerdo que antes de morir explicó a todos los animales su visión, llevan a cabo una revolución en la que consiguen expulsar al señor Jones y crear sus propias reglas que escriben en una pared.
1. Todo lo que camine en dos piernas es un enemigo.
2. Todo lo que camine sobre cuatro patas o tenga alas es amigo.
3. Los animales no deben usar ropa.
4. Ningún animal debe dormir en una cama.
5. Ningún animal beberá alcohol.
6. Ningún animal matará a otro animal.
7. Todos los animales son iguales.
Al final de la novela el único mandamiento que queda escrito es el séptimo, convenientemente modificado:
Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.