sábado, enero 07, 2006

LA CUNA Y LA SEPULTURA



I

en lluvias llegaron,
no se puede hablar
de sus muertes sin hablar de sus vidas,
de todo esto nos olvidamos para volver,
todo era tranquilo, bonito,
novedad para mí,
tu orejita blanda,
tu medula, los duraznales,
el escarbe de papas,
la hora de ajustarte las cuentas


II

¿la cría del hombre reconoce su imagen en el espejo?,
Acá hemos tenido que sufrir la burla del ser & el tiempo
por hablar nuestro grado cero de la escritura
¿ese cuerpo fragmentado se muestra regularmente
en los sueños?
Nos decían inmutables, heterogeneidad multitemporal,
hibridación, abismo hermenéutico
o más allá del principio del placer posestructuralista
y nos mostrábamos personalistas, bellos en el ejercicio
de la superestructura y del relámpago, sin embargo,
él me mataba o encerraba así nomás,
conchatumadre, ahora vas a morir

III

pero yo era mis animales, la puerta del corral,
la cría del perro, tu olor a leche fresca,
tus venas, las noches sin luna,
la quebrada, los eucaliptos,
debajo de toda esta vida
nuestras cenizas arden, te quiero,
mi corazón tiembla cuando te ríes,
muchacha de Fontainebleu,

IV

Sus ojos son tan altos
que mi ser está triste
Sus ojos, la luz de la metralla,
los siglos no los pueden hundir,
Sus ojos, las torcazas de Sausillok,
los ídolos se caen
Sus ojos no son tan altos
pero hieren la noche con su fuego
Sus ojos son tan altos
nadie pudo asaltar su cielo

V

detrás, érase una vez una pared,
tu imagen en el arroyo,
la muerte, de ese canal de los antiguos,
con linterna nomás se andaba,
lo peor de todo es que te mueres de hambre
y tienes que seguir
comiendo las lágrimas y las coronas
las cuales conforman la constelación
ante el sepulcro desconocida
resuena: EL PEZ MUERE POR LA BOCA
comer también es morir un poco

VI

estuvieron aquí y se fueron
sólo te queda el sueño
de sus pies que te oprimen, lo imaginas
murmullo estival
y allí te quedas al dragar
la desesperanza
en este lecho marino en este día
que era una pequeña noche
has rodado borracho por el desierto,


VII

brota fábula, que como la lluvia ya estás dentro
de un dios que es pura sombra,
¿has derramado sobre mí a la bestia,
a la madonna del parto, al ángel,
todos los dolores de la patria?
la sangrecita se precipita e inunda
el librito,
desprotegido, al igual que las botitas,
entró al pueblito
y no sé como leerlo,
en este umbral de mis ancestros,
leo del principio, del cantito, del medio,
enciendo una vela y no entiendo nada
muriendo,
¿cómo se leerá?, ¿para qué sirve?,
el pueblo es lejos y se vacía
tras unos pasos azules con olor a mar,
no entiendo nada de los héroes,
de los mártires, esos que entendían,
de corrido, de paporreta,
no entiendo nada,
viejo, pariendo el horno en cenizas,
como cada puñal que hiere tiernamente
en su ignorancia y en su novedad
al sol, pero que en todo iluso poema,
es solo tabula rasa,

VIII

un día como hoy, balas, llantos, hachazos,
los últimos flashes y la furia del relámpago
que con su hondita amable mutila tu cuerpito,
la ropa que debía lavar en el río,
mutila tu cuerpito y no se detiene,
¿que en esto hay alguna diferencia
en los autores que deste caso escriben?,
pero esto importa poco a nuestro cuento,
basta que en la narración del
no se salga ni un punto de la verdad

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