jueves, enero 12, 2006
Primera Carta
A veces pienso que nos conocimos,
en sueños quizás,
porque Lima en guerra fue lo único
que no nos arrebató,
pequeñita como el as de aspadas,
todavía mis ojos trajinan las coordenadas celestes,
la senda que abriste,
entre la casa y el mar,
A veces, te aferras con furia a la longitud
de tus versos, abres un hoyo y allí
incineras a la poesía y su pestilencia como un tributo al amor,
pero no basta para aliviar el dolor o el hambre
que corre río abajo,
aquí, en las riberas donde la noche es más nuestra,
no hacen falta estudiar los cielos,
para saber que estamos más abajo,
por eso me vuelvo,
caricia de trébol, espejismo de diamantes,
y solo por esta noche, apuesto para ganar sin miedo,
mi propia vida o el aroma del tabaco.
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