domingo, abril 09, 2006
Elecciones 2006: Segunda Parte, el día de la verdad
Ash Street, me tocaba votar en Ash Street, ¿Dónde quedaba? Sir, Do you know where is Ash Street? Arch Street? No, Ash?. ¿Tú también estás buscando dónde hay que votar?, me toca en el hombro un compatriota, sí, nadie sabe dónde está Ash, el taxista me ha botado por aquí, porque tampoco conoce, yo ya debería estar en mi chamba, pero vengo a votar por Lourdes, me comenta, y tú, ¿por quién vas a votar? Viciado, compadre. Le preguntamos a un policía, nos dice que sigamos de frente por Washington Street, en el barrio chino, así continuamos nuestro recorrido. Mira compadre yo soy de Trujillo, toda mi familia es aprista, pero vamos a votar por Lourdes, no hay de otra. Si sale el Alan o el Humala, nos fregamos, no entiendo a los peruanos, agrega. Creo que ya nos perdimos, le digo, hay que entrar al McDonalds para preguntar, sí, vamos. Toda la población del lugar estaba compuesta por inmigrantes chinos que no hablaban inglés, felizmente que mi compañero de ruta, reconoce a unos peruanos que están desayunándose con sus hamburguesas. Los saluda, qué tal, dónde es el centro de votación, les pregunta. Aquí nomás es, le contestan. Sigues de frente por esos edificios y allí en la esquina donde veas una bandera de Perú, allí volteas a tu mano izquierda, sigues de frente e igual, ves otra bandera peruana en la esquina, vuelves a voltear a la izquierda y allí donde están todas las personas amontonadas, allí es. Gracias, causita, seguimos nuestro camino. Por fin llegamos. Yo no pensaba que iba a haber cola, otro connacional le pregunta cariacontecido, ¿Cuál cola, amigo?. Empiezan a llamar por número de mesa, no vayas nos dicen algunos, te van a enyucar como miembro de mesa, nadie se ha presentado, mesa 218, sí aquí, entre empujones alguien logra ingresar. Suba al quinto piso. Te tienes que quedar, no hay miembros de mesa, pero tengo que volver al trabajo, te quedas nomás. En la entrada del Boston Chinatown Neighborhood Center, algunos imponentes oficiales de policía americanos, nos piden que retrocedamos, que ya nos van a llamar para votar. Move Back, Move Back, nos dicen en su idioma. Sale el secretario general del APRA en Boston y nos invita a la calma y al orden. Se dirige a todos los votantes: los estamos poniendo nerviosos a los policías, por favor hay que ordenarnos, las señoras mayores, las madres con niños que ingresen primero, hagan su cola, por favor . Algunos votantes espontáneamente colaboran con el secretario y empiezan a ordenar a la mayoría en dos filas. Aquí hagamos la cola, vengan todos Me tocan el hombro nuevamente, esta vez se trata de Víctor, un amigo músico, qué tal compadre, me saluda, igualito a Lima, ¿no?, falta la combi nomás. Una señora que estaba a mi lado, comenta: no es posible este caos, yo he dejado a mi hijita encargada con una amiga, estoy esperando desde las ocho pero no puedo entrar, esto no es posible, parece como si no hubiéramos salido del país. Si no tuviera que pagar la multa no venía, cuarenta dólares, y en la segunda vuelta, cuarenta más, es un abuso, así no se puede
En esos momentos, un robusto policía, deja salir del centro de votación a un personero, a ver, mesas 216, 217, se rompen las colas, todos se comienzan a tirar encima de la puerta, desesperados por ingresar, yo, yo, yo, la señora sigue hablando:me voy
para atrás, soy chiquita, no quiero que me maten aquí. Por fin logro ingresar. Nos forman en filas, a ver, usted que mesa es, 220, al quinto piso, por las escaleras, escucho a algunas señoras chinas colaborando con el orden, aliba, aliba, voto, espela aquí, espela. En grupos de diez subimos por las escaleras. solo falta que salga Alan comenta una muchacha, un joven con su gorro de los Yankees, le replica: peor sería que salga Humala El muchacho con el que me vine caminando sentencia: Finalmente, a nosotros que estamos afuera nos conviene que salga Humala o Alan, así el dólar se dispara, y la plata que mandamos les va a alcanzar para comprar más cosas a la familia Cuando llegamos al quinto piso, nos hacen formar afuera de un salón donde se han instalado diez mesas al menos. Los personeros, un poco nerviosos y cansados, nos preguntan: mesa 219, 217, 220. Sí, nosotros, les respondemos. Espera aquí, ya te llamamos, formen uno detrás del otro. No pasan ni tres minutos, y la fila se vuelve a romper, y empiezan a correr los niños por todo el salón, se escuchan las voces de diferentes votantes, yo no vengo a votar por la multa, yo vengo a votar porque en Attleboro, donde vivo, no hay ningún cholo peruano, todos son guatemaltecos, aquí vengo a ver a los peruanos, sí compadre, de aquí un chifazo y un par de joncas, sale cuña’o. ¿Cuántos van a votar hoy?, aquí hay solo registrados mil, hay más gente como lo ves, pero no sé qué van a hacer ellos, porque no van a poder votar, cómo estás comadrita, tiempo sin verte, por favor, si van a saludarse salgan al pasillo, aquí estamos votando, allí está el cónsul, ojalá que no se me escape, tengo que hablar con él. El siguiente soy yo. Las latas de Inka Kolas lucen relucientes sobre las mesas de votación. Recuerdo cuando tomé mi primera lata de Inka Kola, fue hace ya mucho tiempo, tenía como 7 años. En Ancón. Era verano. No había visto nada parecido antes. Una lata dorada de gaseosa. Durante algún tiempo la conservé como un pequeño tesoro en la mesita de noche de mi cuarto. Mi turno. Su DNI, por favor. Bernales Albites, ¿no?, Sí, tenga su cédula y el lapicero. No me demoré ni tres segundos, tres equis gigantescas sobre la hoja multicolor, una sobre los nombres de los candidatos para presidente, otra para los congresistas y la última para el Parlamento andino. Para asegurarme, hice unos cuantos garabatos más. Regresé a la mesa, ya está, señor. Póngale el sticker, a ver présteme un momentito su cédula, tiene que verse la firma, así esta bien, ya ahora póngale el sticker. Una cédula más en el ánfora tranparente. A ver, firme aquí, su índice, por favor, el dedo del medio introdúzcalo aquí en la tinta indeleble. Tenga su servilleta para que se limpie. Gracias por su voto.
Es un día soleado, decido regresarme a pie. Prendo un cigarrillo y me pongo a pensar en todo lo que había dicho la gente. Bajo por el Boston Common, agarro Boylston, paso frente a algunas iglesias católicas de estilo gótico, el café Au Bon Pain, la Biblioteca Pública, en el tercer piso anuncia un gigantesco afiche, exhibición gratuita objetos artísticos Santa Juana de Arco. De pronto me encuentro con unas carros alegóricos, es el día de Grecia y los inmigrantes griegos están preparándose para el desfile, Parade como lo llaman aquí, todos los carros guardan un perfecto orden, bien acompañados por los patrulleros y las motos tipo Chips, vendedores ambulantes te ofrecen sombreros, banderitas de barras celestes y blancas. Me recreo con lo que dicen en cada uno de los carritos que todavía no han empezado su recorrido y que representan a las asociaciones de las diferentes provincias de toda Grecia:
Greece birthplace of democracy [Grecia, cuna de la democracia], este vehículo exhibía una estatua de la Libertad de medianas proporciones y detrás de la misma una réplica del Partenon.
We believe in God, Peace and Freedom[Creemos en Dios, la Paz y la Libertad], en este caso nos encontrábamos frente a una reproducción de una Iglesia Ortodoxa y el nombre de uno de sus santos preferidos.
Así, fui desfilando delante de todo tipo de vehículo, fue en ese momento que se me vino un nombre a la cabeza, obviamente por la asociación con el país helénico, Alejandro Magno, entonces me imaginé un carro con su nombre, y me decía, no, no puede ser, no creo que escriban eso, pero como bien decía el genial Oscar Wilde, la realidad imita la ficción, sí había un carro alegórico dedicado a Alexander, the Great, como lo llaman allá en los USA, era el último de una larga fila, representaba a Macedonia. Me detuve junto a un restaurante, saqué de mi mochila mi libretita que no era una moleskine, sino una simple libreta, bonita, pero sencilla, para así poder apuntar y luego reproducir aquí todo lo que se podía leer allí. Una linda mesera salió del restaurante, me contempló por un momento extrañado porque me reía y escribía en la calle. Ella colocó en la vereda un cartel, a la una y treinta, en vivo y en directo, las Medias Rojas de Boston y los Orioles de Baltimore .
Les reproduzco a continuación lo que se podía a leer en el último carro alegórico, saquen sus propias conclusiones de las contradicciones y terribles verdades que contiene:
Macedonia
4000 years Hellenic history and civilization
Spread
Hellenic
Civilization
Throughout
The World
[dibujo bien grande de Alejandro]
Promoted racial equality
and Peaceful coexistence
among all nations
Alexander The Great
King of Macedonia
Leader of All Hellenes
Macedonia, 4000 años de historia y civilización helénica/ Promovió la igualdad racial y la coexistencia pacifica entre todas las naciones/ Esparció la civilización helénica a través de todo el mundo/Alejandro Magno, Rey de Macedonia, Líder de todos los helenos
Imagínense lo que dirán de Bush, en unos cuantos siglos :)
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1 comentario:
Democracias. DEMOCRACIAS.
Y la pobreza aumenta...
Tu crónica es ilustrativa, cien por ciento.
Aquellos carteles griegos, sobre una Grecia ideal, son un cierre exacto para tu post.
Mas espero, que en el futuro la convencional modalidad de la Historia haya finiquitado.
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